Blog di FORMAZIONE PERMANENTE MISSIONARIA – Uno sguardo missionario sulla Vita, il Mondo e la Chiesa MISSIONARY ONGOING FORMATION – A missionary look on the life of the world and the church
Queridos fieles armenios, hoy recordamos, con el corazón traspasado de dolor, pero lleno de esperanza en el Señor Resucitado, el centenario de aquel trágico hecho, de aquel exterminio terrible y sin sentido, que vuestros antepasados padecieron cruelmente. Es necesario recordarlos, es más, es obligado recordarlos, porque donde se pierde la memoria quiere decir que el mal mantiene aún la herida abierta; esconder o negar el mal es como dejar que una herida siga sangrando sin curarla. (Papa Francisco).
Ya Juan Pablo II había reconocido la masacre del pueblo armenio como un “genocidio” y no casualmente Francisco optó por citar una declaración conjunta firmada en 2001 por el Papa polaco y el catholicos Karekin II (Andrés Beltramo Álvarez, vaticaninsider, 04/13/2015).
Turquía replicó con irritación y dureza. La embajada de ese país ante la Santa Sede calificó de “inaceptables” y “una calumnia” las palabras del Papa, que este domingo definió la matanza de los armenios de 1915 como “el primer genocidio del siglo XX”. Una reacción previsible, considerando la consolidada postura de Ankara que propone un revisionismo histórico, mientras Armenia empuja hacia un nuevo escenario que le permita alcanzar soluciones políticas. Con una apuesta concreta: el desbloqueo de las fronteras.
“El genocidio es un concepto jurídico, las reivindicaciones no satisfacen los requisitos de ley, aunque se busque explicar sobre la base de una difundida convicción, siguen siendo calumnias”, indicó, la mañana de este lunes, una nota de la embajada turca la cual sostuvo que, durante la misa por el centenario de los mártires armenios celebrada por Francisco en la Basílica de San Pedro, “la historia fue instrumentalizada para fines políticos”.
“El Papa, en su declaración, se refiere a los trágicos eventos que han tenido lugar en Bosnia y en Ruanda como ‘homicidios de masa’, que son reconocidos como genocidios por los tribunales internacionales competentes. Él, empero, llama los eventos de 1915 un ‘genocidio’ no obstante la ausencia de tal sentencia del tribunal competente. Esto es significativo. No es posible explicar esta contradicción con los conceptos de justicia y de conciencia”, añadió.
En Roma ya se esperaba la réplica de Ankara. Desde hace varios días la diplomacia turca estaba preparada para reaccionar. La embajada ante la Santa Sede había convocado una conferencia de prensa para el domingo, poco después de la misa del Papa. Pero el viernes fue suspendida y su titular, Mehmet Pacaçi, llamado a su país para consultas.
La “irritación” del gobierno turco la expresó el ministro de Exteriores, Mevlut Cavusoglu, al nuncio apostólico Antonio Lucibello, convocado de urgencia el mismo domingo. Mientras el mismo ministerio definió las palabras de Bergoglio “lejanas de la realidad legal e histórica”.
Pero Francisco sólo dio seguimiento a una histórica posición papal, ya puesta por escrito el 9 de noviembre de 2000 por Juan Pablo II y el Catholicos Karekin II, jefe de la Iglesia apostólica armenia. Un año después, ambos firmaron una declaración conjunta que incluyó la expresión: “El exterminio de un millón y medio de cristianos armenios, que generalmente es definido como el primer genocidio del siglo XX”.
Aquella misma frase adquirió un valor de definitivo reconocimiento al ser citada por el Papa en la basílica vaticana. No sólo por el lugar, sino también por el contexto litúrgico puntual. Una misa solemne llena de gestos simbólicos: La declaratoria del santo armenio Gregorio de Narek como “doctor de la Iglesia”, para presencia de los patriarcas y del presidente, los cantos de la tradición armenia. Incluso el librito para seguir la celebración incluyó el título “Misa por el centenario de los mártires armenios”, por voluntad directa del pontífice.
La convicción de Jorge Mario Bergoglio sobre la gravedad del genocidio armenio viene de su tiempo como arzobispo de Buenos Aires, explicó al Vatican Insider Alberto Djeredjian, presidente del Centro Armenio argentino y organizador de una delegación de 200 integrantes de esa comunidad que viajaron al Vaticano para la misa.
“Cuando él Papa era el primado de la Iglesia católica en la Argentina estaba muy cerca de nosotros y siempre adhirió al reclamo del genocidio armenio. Para nosotros no es una novedad. La misa en homenaje a los mártires es un elocuente mensaje que el Papa nos da. No creo que haga falta decir nada más”, señaló.
“Los acontecimientos que se produjeron son ampliamente conocidos, los nombres que les queramos poner es una cuestión menor frente a los hechos. Hubo delitos de lesa humanidad. Murió un millón y medio de personas, fue una decisión del Estado aplicar una política de exterminio”, agregó.
Sostuvo que el centenario impone la reflexión sobre cómo se puede resolver un asunto pendiente, de la manera más justa. Consideró que Turquía aplica una “estrategia de dilación” al proponer un “revisionismo histórico” porque, quizás, le resulta difícil cambiar de posición después de tanto tiempo.
Y avanzó: “Desbloquear las fronteras sin condicionamientos podría ser un paso importante, que permitiría dar sucesivos pasos a partir de ahí. El Papa podría llegar a ser un mensajero que establezca puentes y lazos. Su compromiso con la solución de conflictos nos invita a pensar que él podría ser una persona que facilite esta solución. A Turquía eso le abriría muchas puertas y para Armenia representaría el reconocimiento de los abusos que padeció”.
Queridos hermanos y hermanas armenios, queridos hermanos y hermanas:
En varias ocasiones he definido este tiempo como un tiempo de guerra, como una tercera guerra mundial “por partes”, en la que asistimos cotidianamente a crímenes atroces, a sangrientas masacres y a la locura de la destrucción. Desgraciadamente todavía hoy oímos el grito angustiado y desamparado de muchos hermanos y hermanas indefensos, que a causa de su fe en Cristo o de su etnia son pública y cruelmente asesinados –decapitados, crucificados, quemados vivos–, o bien obligados a abandonar su tierra.
También hoy estamos viviendo una especie de genocidio causado por la indiferencia general y colectiva, por el silencio cómplice de Caín que clama: «¿A mí qué me importa?», «¿Soy yo el guardián de mi hermano?» (Gn 4,9; Homilía en Redipuglia, 13 de septiembre de 2014).
La humanidad conoció en el siglo pasado tres grandes tragedias inauditas: la primera, que generalmente es considerada como «el primer genocidio del siglo XX» (Juan Pablo II y Karekin II, Declaración conjunta, Etchmiazin, 27 de septiembre de 2001), afligió a vuestro pueblo armenio –primera nación cristiana–, junto a los sirios católicos y ortodoxos, los asirios, los caldeos y los griegos. Fueron asesinados obispos, sacerdotes, religiosos, mujeres, hombres, ancianos e incluso niños y enfermos indefensos. Las otras dos fueron perpetradas por el nazismo y el estalinismo. Y más recientemente ha habido otros exterminios masivos, como los de Camboya, Ruanda, Burundi, Bosnia. Y, sin embargo, parece que la humanidad no consigue dejar de derramar sangre inocente. Parece que el entusiasmo que surgió al final de la segunda guerra mundial está desapareciendo y disolviéndose. Da la impresión de que la familia humana no quiere aprender de sus errores, causados por la ley del terror; y así aún hoy hay quien intenta acabar con sus semejantes, con la colaboración de algunos y con el silencio cómplice de otros que se convierten en espectadores. No hemos aprendido todavía que «la guerra es una locura, una masacre inútil» (cf. Homilía en Redipuglia, 13 de septiembre de 2014).
Queridos fieles armenios, hoy recordamos, con el corazón traspasado de dolor, pero lleno de esperanza en el Señor Resucitado, el centenario de aquel trágico hecho, de aquel exterminio terrible y sin sentido, que vuestros antepasados padecieron cruelmente. Es necesario recordarlos, es más, es obligado recordarlos, porque donde se pierde la memoria quiere decir que el mal mantiene aún la herida abierta; esconder o negar el mal es como dejar que una herida siga sangrando sin curarla.
Os saludo con afecto y os agradezco vuestro testimonio.
Saludo y agradezco la presencia del señor Serž Sargsyan, Presidente de la República de Armenia.
Saludo cordialmente también a mis hermanos Patriarcas y Obispos: Su Santidad Karekin II, Patriarca supremo y Catolicós de todos los armenios; Su Santidad Aram I, Catolicós de la Gran Casa de Cilicia; Su Beatitud Nerses Bedros XIX, Patriarca de Cilicia de los Armenios Católicos; los dos Catolicosados de la Iglesia Apostólica Armenia y el Patriarcado de la Iglesia Armenio-Católica.
Con la firme certeza de que el mal nunca proviene de Dios, infinitamente Bueno, y firmes en la fe, profesamos que la crueldad nunca puede ser atribuida a la obra de Dios y, además, no debe encontrar, en ningún modo, en su santo Nombre justificación alguna. Vivamos juntos esta celebración con los ojos fijos en Jesucristo Resucitado, Vencedor de la muerte y del mal.
Basílica Vaticana II Domingo de Pascua (o de la Divina Misericordia), 12 de abril de 2015
La “Memoria” es un gran DON de Dios y debemos conservarla para ser agradecidos a Dios, y darnos cuenta que todavía, a pesar de todo, nos continua amando.
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Nunca debemos olvidar nuestro pasado, lo bueno para continuar siempre nuestro agradecimiento al Señor, y lo negativo para que no repitamos nosotros nuestras infidelidades,….
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